04 abril 2015

"La belleza cuesta"

Mi tía desde chica me repitió la misma frase: "Belu, la belleza cuesta". Crecí con esa frase pensando en cómo sufríamos las mujeres para vernos más lindas. Sin ir más lejos, lo primero que se me viene a la mente es la depilación porque ¿a qué mujer no le duele? Sin embargo, nunca imaginé lo que se podía sufrir hasta que leí algunas técnicas que se usaban en la antigüedad para estar más lindos.


Por ejemplo, los egipcios fueron los primeros en pintarse los labios. Las mujeres morían (literalmente) por lucir un rojo pasión. Algunos de los elementos que utilizaban para conseguir ese tono era el óxido, la arcilla roja, henna y bromo, entre otros. Esa mezcla era tan tóxica que podía ser letal si pasaban la lengua por los labios o hasta podía causar la muerte de su marido con tan solo un venenoso beso.

En Egipto, la cosmética era un hábito extendido a todas las clases. Además, servía para protegerse del sol y de las infecciones. Lo top de la época, por así decirlo, era el kohl, una máscara a base antimonio y hollín, que las egipcias aplicaban en los ojos. Pintaban los párpados con colores vivos que obtenían a base de mezclar tierra, cenizas y tinta. También se marcaban con el azul las venas de la frente y de las manos. Para disimular las arrugas, se empleaban cremas con pulpa de albaricoque, polvo de harina y productos a base de conchas de caracoles.

Un tratamiento no doloroso sino asqueroso, era el que utilizaban las clases de la alta sociedad en el imperio romano preocupados por su salud dental. En aquella época se creía que la orina (sobre todo la de personas de la zona de Portugal) era buena para la limpieza bucodental ya que el amoníaco que contenía actuaba como desinfectante. Familias adineradas pagaban una gran suma de dinero por la orina portuguesa que se convirtió en un producto de lujo. Desde el siglo II se preocupaban por los dientes y por aquel entonces, el médico griego Galeno aconsejaba limpiar las caries con una lima. Como dentífrico, se hacían enjuagues periódicos con sangre de tortuga, además de usar compuestos de harina, sal, jugo de calabaza y vinagre caliente.

En el mundo antiguo, las personas también se depilaban pero las técnicas que utilizaban eran mucho más dolorosas: se aplicaba una mezcla de ceniza caliente y cáscara de nuez, además de tiras de tela impregnadas de resina. Sin embargo, la técnica más difundida, sobre todo en África, India y países islámicos, era la del hilo: se atrapaba el vello que se quería eliminar con un hilo fino, se hacía una forma de triángulo y se cerraba sobre el pelo, para arrancarlo de raíz. Hoy la ofrecen en algunos centros de estética como novedad.