08 febrero 2015

Cavernas del Viejo Volcán

A 15 km del centro de San Carlos de Bariloche se encuentra la localidad de Dina Huapi. Allí, el Cerro Leones es visitado por los turistas que quieren realizar la excursión a las cavernas del viejo volcán.


Conseguir la excursión es un tanto misterioso ya que sólo podes reservar tu lugar por teléfono, contactándote directamente con la gente del cerro (No hay agencia de turismo que venda la excursión). Los precios varían si te pasan a buscar en combi o si llegas por cuenta propia. Por la diferencia, te conviene tomarte el colectivo (el 70 desde el centro de Bariloche) y caminar unos metros hasta la entrada.

Al llegar encontrarás un extenso parque y una cabaña que funciona como confitería, de la que podrás disfrutar antes o después de la excursión (en caso de que así lo desees sin necesidad de gastar plata, ya que podrás llevar tu propia vianda).

Vista de San Carlos de Bariloche desde el Cerro Leones
La excursión de dos horas y media de duración es una visita guiada al Cerro Leones, en donde el guía va contando la parte histórica, cultural, geográfica, zoológica y botánica del lugar a medida que vas ascendiendo. Visitas las cavernas, descifras pinturas rupestres y te deleitas con una vista panorámica imperdible.

Cavernas del viejo volcán
En esta aventura me crucé con una señora de 79 años que nos acompañaba. Despacito y con cuidado la señora era una más en el grupo, aunque sin duda la más preparada: zapatillas deportivas, ropa de montaña, gorrito para taparse del sol, linterna y dos bastones para trekking.

Vista panorámica del Cerro Leones

Cuando llegamos a la tercera caverna, la más impactante y sorprendente, fue muy fuerte ver a la mujer como se calzaba el casco y empezaba a gatear y arrastrarse hasta llegar al interior de la misma. Por dentro eran sólo 30 metros de ancho por 130 de largo que te transportaban. Los sentidos se agudizaban con la falta de luz y al quedarnos en silencio, sólo escuchabas el sonido sanguíneo de tu cuerpo.

Después de unos segundos, el guía enciende las linternas, agarra una piedrita del piso y la arroja a la oscuridad. Parece que cayera en el agua pero estamos en una caverna, no puede haber agua… ¿Por qué no? Si que puede y de hecho ahí cayó. Alumbra para ese costado y vemos un manantial que forma una pequeña laguna subterránea. Todos quedamos maravillados.


Cuando me fui me quedé pensando en todo lo vivido y aprendido ese día, en que uno cree que las cosas son de un modo y luego se sorprende. No me imaginaba que esa excursión era apta para una persona mayor y me quedé con la boca abierta. La fuerza de voluntad de esa mujer era envidiable. Y como ella era la caverna. Sorpresiva. Inesperada. ¿Quién se iba a imaginar que en el medio del cerro, en el interior de la caverna, se encontraría con semejante espectáculo?