01 marzo 2013

Para sacar las telarañas del blog vuelvo con un ensayo que hice para la facultad y me pareció divertido:

Los libros no quieren ser subrayados

Subrayar libros equivale a destrucción. Así como hay gente que los compra por el sólo hecho de tener completa una biblioteca o para parecer “intelectual”, hay quienes disfrutan la masacre del texto. Usando un lápiz y una regla, los más inocentes; o un resaltador los asesinos seriales, los lectores apuñalan los libros que fueron escritos para ser leídos.

“Sirve para destacar o marcar algo importante”, dicen los culpables. Entonces, ¿lo no subrayado no lo es? Si no lo fuera, no tendría por qué estar. ¿Por qué pierde su tiempo el pobre escritor, poniendo cosas que a nadie le importan? Porque si nadie lo subraya es porque no le interesa… pero si le interesara todo, ¿el libro estaría vestido de colores?

Gabriel García Márquez dijo en varias oportunidades, que “los libros no quieren ser subrayados”. Su último libro Rebelión entre líneas, relata la historia de un autor y su novela.  El domador no puede con el toro que se rebela; y cuando a la novelle no le gusta lo que su inventor escribe, comienzan a desaparecer palabras y se desata una guerra en la que los papeles son irrompibles.

García Márquez sigue el famoso consejo de John Lennon “Let it be” y lee atentamente la historia que el libro le escribe. Entre otras cosas, cuenta el placer que siente cuando los lectores contemplan su contenido y se enamoran de ella; y el odio hacia aquellos que la abandonan en la repisa. “Pero nada se compara con el dolor de que te apuñalen con un resaltador”, escribe la obra.

Quienes lo leyeron, luego de saber lo que sienten, cambiaron de opinión. Si nunca lo leíste y sos de esas personas que los decoran como si fueran cuadros, a vos te digo: ¿te gustaría que te rayaran las partes más importantes de tu cuerpo, ignorando el resto y quedaras hecho una cebra? Si la respuesta es no, replanteate algunas cosas. Si la respuesta es sí, avisame y me encargo del asunto.