Los libros no quieren ser subrayados
Subrayar libros
equivale a destrucción. Así como hay gente que los compra por el sólo hecho de
tener completa una biblioteca o para parecer “intelectual”, hay quienes
disfrutan la masacre del texto. Usando un lápiz y una regla, los más inocentes;
o un resaltador los asesinos seriales, los lectores apuñalan los libros que
fueron escritos para ser leídos.
“Sirve para
destacar o marcar algo importante”, dicen los culpables. Entonces, ¿lo no
subrayado no lo es? Si no lo fuera, no tendría por qué estar. ¿Por qué pierde
su tiempo el pobre escritor, poniendo cosas que a nadie le importan? Porque si
nadie lo subraya es porque no le interesa… pero si le interesara todo, ¿el
libro estaría vestido de colores?
Gabriel García
Márquez dijo en varias oportunidades, que “los libros no quieren ser
subrayados”. Su último libro Rebelión
entre líneas, relata la historia de un autor y su novela. El domador no puede con el toro que se
rebela; y cuando a la novelle no le
gusta lo que su inventor escribe, comienzan a desaparecer palabras y se desata
una guerra en la que los papeles son irrompibles.
García Márquez sigue
el famoso consejo de John Lennon “Let it be” y lee atentamente la historia que
el libro le escribe. Entre otras cosas, cuenta el placer que siente cuando los
lectores contemplan su contenido y se enamoran de ella; y el odio hacia
aquellos que la abandonan en la repisa. “Pero nada se compara con el dolor de
que te apuñalen con un resaltador”, escribe la obra.
Quienes lo
leyeron, luego de saber lo que sienten, cambiaron de opinión. Si nunca lo
leíste y sos de esas personas que los decoran como si fueran cuadros, a vos te
digo: ¿te gustaría que te rayaran las partes más importantes de tu cuerpo,
ignorando el resto y quedaras hecho una cebra? Si la respuesta es no,
replanteate algunas cosas. Si la respuesta es sí, avisame y me encargo del
asunto.