Se acerca la fecha festiva y mi Grinch interior empieza a mutar hacia una especie de monstruo sensible. Pienso en cuándo fue que dejaron de gustarme las fiestas y no encuentro registro alguno. Recuerdo los "viejos tiempos" de largas mesas familiares, niños corriendo en busca de Papá Noel, asombrados por los fuegos artificiales y con miedo a las estrellitas (esto último es una de las pocas cosas que aún siguen intactas), preguntar cuánto falta para las 12 cada 5 minutos y las historias fantásticas que inventaba la tía.
Me pregunto cuándo fue que dejó de gustarme armar el arbolito y cuándo me volví tan melancólica. Desde hace un par de años que repito la frase "qué rápido pasó el año", eso me demuestra que crecí y que el tiempo empieza a correr. Por eso estoy acá, hoy tengo un lugar donde decir lo que pienso. No me importa si lo leen 5, 10 o 20 personas, obviamente me gustaría que todos disfruten de lo que escribo, pero esto es para mí. Me da placer escribir lo que siento, poder desahogarme. A falta de psicóloga, escribo en un blog.
El reloj de arena está casi vacío, esperando a que lo den vuelta para una nueva cuenta regresiva. Eso me hace pensar en que también desde hace un tiempo, hago el balance del año; recordar todos los momentos que viví y ponerlos en la balanza. Qué bueno poder recordar más momentos buenos que malos o que los buenos pesen tanto que los malos sean plumas que se vuelan. Eso me pasó este año, tuve la suerte de tener plumas porque un batallón de buenos momentos irrumpieron mi vida.
Todos los aspectos, hasta los que menos esperaba, me dieron una sorpresa. El amor golpeó la puerta y lo dejé pasar; la radio me dio una nueva oportunidad; el teatro me puso a prueba; el estudio siempre presente me dejó críticas, la música de Aristimuño, muchos talleres y devoluciones.
Se puede decir que el tren me dio resistencia y conocí al "semirápido" que cautivó mi paciencia; hasta el deporte venció a "pachorra" (durante un tiempo). Me di cuenta que Porta Ira FC no era sólo un equipo de "fútbol" femenino, sino una forma de vida. Vivir estresada y con ira todo el tiempo no estaba bueno y de a poco intenté cambiarlo. Eso fue lo que pasó con todos estos aspectos durante el año... hicieron algo que no hacían durante mucho tiempo: cambiaron. Y está buenísimo el cambio.
Hoy puedo decir que no me arrepiento de nada y que estoy feliz por todo lo que pasé en este 2012. No se terminó el mundo, ni siquiera mi mundo, sino que mutó, evolucionó A las plumas se las llevó el viento y volaron tan lejos que no las recuerdo. Espero que a vos te pase lo mismo y que tus plumas vuelen tan lejos que sólo queden los buenos momentos.